viernes, 19 de junio de 2009

Identidad

“Camaleón”, oleo sobre tela, 5’x4’, por Luis Makianich.

Safe Creative #0905043188732

Alicia estuvo sumergida en la pantalla de su computadora desde hace varias horas. Siente que sus ojos le arden pero aún así no quiere desconectarse del absorbente aparato. Acaricia las teclas con suavidad como buscando la tranquilidad que no puede tener desde que sucedió aquello. Su cara se ilumina con luces de diferentes colores en la oscuridad del ambiente y su cuerpo ligeramente vestido se transforma mimetizándose conforme la pantalla arroja sus distintas opciones. Ella teme volver a su realidad fuera del aparato, la que no quiere enfrentar por miedo a descubrir su verdadero yo. Desde que su cuerpo cambió, piensa que otra joven se encuentra en su interior, pero por el contrario, sabe que dentro de su cuerpo diferente es la misma persona. Por esa misma razón ahora se encuentra buscando contenidos en el mundo virtual, que la ayudarán a comprender por qué siendo ella misma se ve como una mujer totalmente diferente. Busca al principio en el mundo animal, primero en los reptiles, hasta entender la razón de su cambio de piel, pero ese no es su caso, puesto que todo su cuerpo es otro, luego se aboca a estudiar al gusano de seda y su metamorfosis, pero tampoco puede verificar en esto lo que le sucedió a su persona. Luego vuelve a la iguana, y piensa que podría haber algún punto de contacto con su situación al ver como su aspecto se confunde con el entorno inmediato para pasar desapercibida. De niña solía entrar en grupos de chicas con alguna afinidad a las que se acoplaba adaptándose a su mundo, sin importarle el tener o no algo en común con ellas. “Es el síndrome de los huérfanos”, piensa cuando evalúa esta posibilidad. Es el terror a estar siempre sola lo que motiva esa falta de carácter que indefectiblemente ocasiona que tarde o temprano se desvinculara de esas amigas. La realidad es que a sus veintitrés está sola en su habitación frente a un artefacto que la conecta con su familia virtual.

De pronto, su monitor se vuelve negro y logra ver su rostro reflejado en él, lo que le produce pánico y se voltea a mirar hacia otro lado. Se aleja caminando hacia la cocina evitando cualquier espejo que le devuelva su realidad y le robe su cordura. Toma un vaso de la alacena y abre la heladera de la que saca una jarra con jugo verde espeso y con un pulso ligeramente débil se sirve un poco, a la vez que se sienta en el piso de espaldas a la puerta del refrigerador tras dejar el recipiente sobre la mesada. Ya sentada sostiene el vaso con ambas manos apoyándolas sobre sus rodillas y mirándolo fijamente, como buscando fuerzas para beberlo. Su cara aún está pálida por el susto, pero alza el vaso con la exótica bebida y lo lleva a la boca sin evitar mirar a través de su cabello la pantalla de la computadora, que ahora vuelve a presentar una imagen reconocida de los tantos sitios web que suele frecuentar. Alicia toma coraje y apoyando una de sus manos en el piso se levanta y vuelve a tomar su puesto frente al navegador. Reinicia su viaje recorriendo los lugares cotidianos como para recobrar el valor y trata de evitar cuestionarse, al menos por el momento, qué es lo que le ha pasado pocos días atrás. Decide visitar uno de los foros de intercambio a los que acostumbraba asistir, solo con el objeto de encontrarse con algún amigo imaginario y así sentirse acompañada.

Alicia nunca antes se había atrevido a iniciar una relación real con sus amigos de la web, pero esta vez algo la hizo cambiar de opinión. Ella se siente poco confortable con su nuevo cuerpo, pero piensa que necesita proyectarlo hacia otras personas que no la hayan conocido en su otro estado. Además, ella no suele salir muy a menudo, y desde que se mudó al barrio de Palermo Viejo, solo se saluda con alguno que otro vecino ocasional. Al fin la oportunidad llama a su puerta y Matías, quién ya hacía unos días estaba tratando de convencerla de que se conocieran personalmente, tiene su boleto ganador. A ella le llama la atención que el prefiriera no poner su foto en internet y no insistiese en conocer la suya alegando que las fotografías nunca expresan la realidad, pero lejos de preocuparse por eso, ella se siente estimulada a tener una cita con él, aunque esta sería en un conocido bar de Palermo, donde ninguno de los dos pudiera sentirse presionado.

Es la mañana del viernes y Alicia decide no destinarle tiempo a su trabajo de traductora optando por dedicarse exclusivamente a su arreglo personal en vistas a su cita con Matías de esa tarde. Algo ha pasado en su interior, y aparentemente ya no siente fobia a los espejos y los enfrenta con decisión probándose ropa y zapatos como si el cuerpo que ahora lleva la hubiera acompañado toda su vida. La luz del sol inunda la habitación y los colores de su interminable guardarropa pasan por su esbelta anatomía, cambiándola en innumerables variantes de belleza. Su abundante cabellera rojiza de lo que ayer fue castaña, se posa con gracia sobre sus hombros desnudos al tiempo que su profunda mirada enmarcada por exuberantes pestañas agrede de muerte al pobre e indefenso espejo que esta noche se llamará Matías. La metamorfosis se ha completado, pero esta vez es diferente ya que proviene desde su interior. El gusano de seda cambió su capullo por la radiante mariposa que aletea con gracia las coloridas alas de su vestido rojo realzando su esbeltez en sus pies elevados sobre sus tacos altos. Algo ha despertado su curiosidad. ¿Qué sentiría al salir a la calle con su nuevo cuerpo? Esa calle en la que ha evitado varear su belleza por temor a ser descubierta y que alguna vez sintió indiferente.

La noche cubre el cielo y la imagen de la nueva Alicia es proyectada hacia el interior de la habitación en todas las ventanas a la vez, como si muchas Alicias fueran su público y la admiraran desde la persona que fuera alguna vez en el pasado. Ella se pasea por una pasarela imaginaria que ha constituido a través de las ventanas hasta terminar en el espejo, donde repasa sus labios y sale por fin atravesando la puerta hacia la batalla final.

La luz de mercurio parece dibujar su silueta a través de la espesa arboleda de las veredas de Palermo, como enmascarando su belleza para protegerla de las miradas indiscretas. En la esquina, Alicia ve llegar el ómnibus que la llevará hasta su encuentro con Matías. Sube lentamente por la escalerilla y camina hacia el fondo emulando el desfile de modas que todos los pasajeros disfrutan perplejos, cuyas miradas parecen cinceles dando el toque final a la escultura que ahora ella corporiza en forma altiva, orgullosa criatura de su propia femineidad.

La puerta se abre y su demoníaca figura irrumpe en la burbujeante noche del bar. Alicia lanza los cuchillos de sus ojos hacia uno, dos…tres jóvenes solitarios con rosas rojas en sus mesas y en ese momento, sus tacos se clavan en el suelo petrificando su anatomía de un solo escalofrío. Uno de ellos, se levanta abruptamente y se acerca a ella recorriéndola con la mirada hasta que dice:- “¿Vos debés ser Elvira, no es así?”

Los ojos de ella lo miran directo a la cara, pero su cuerpo aun sigue estremecido y sus labios no pueden esbozar ni una sonrisa…hasta que de pronto pronuncia un tímido -“no”.

El joven baja la rosa que aun tiene en su mano y se va murmurando: - “Maldición”.

Para entonces el joven número dos, se encuentra acompañado por una mujer y el tercero ha desaparecido de la escena, por lo que Alicia decide caminar hacia una de las mesas vacías que hay al lado de una ventana y se sienta recorriendo con su mirada cada recoveco del salón, esperando encontrar a quien pudiera parecerse a su cita, aunque no se imagina como debe ser su fisonomía. Como un acto reflejo echa un vistazo a su reloj de pulsera e inmediatamente lo cubre con su mano derecha, como para contener la ansiedad de volver a mirarlo aunque luego se da cuenta que no prestó atención a la hora y al intentar consultarlo de nuevo, se encuentra con su mano obstruyendo la visual, quitando la vista inmediatamente. Siente que todo el mundo está pendiente de su actitud, por lo que decide no volver a intentarlo. Disimuladamente busca por el salón algún reloj o indicio que le permita saber cuán tarde es para seguir esperando. La tenue luz del bar sumada a los helechos colgantes desde macetones ubicados entre las mesas le impide ver con claridad. La luz de la luna llena que se filtra desde la calle a través de las ventanas es batida por las aspas de los ventiladores de techo, produciendo una danza en claroscuro que atomiza el ambiente complicando aún más su búsqueda. Por fin, detrás de la barra puede ver el ansiado reloj que convierte su ansiedad en preocupación. - “Las nueve y cuarto, significa que ya no vendrá” -pensó mordiéndose el labio inferior-

Alicia no puede disimular su decepción cuando de pronto puede ver al joven numero tres a través de la ventana visiblemente angustiado apoyado contra un farol de alumbrado en la vereda, apretando la rosa con una mano. Ella conmovida pronuncia un escueto: -“¿Matías…?”

El se incorpora rápidamente, y sin ocultar su alegría contesta:” -¡Si! ¿Alicia?” (Mientras trata infructuosamente de arreglar la rosa que destruyo con su mano) Luego resignado le ofrece el tallo sobreviviente y ambos comienzan a reír como si quisieran justificar lo ridículo de la situación. Matías desliza su cuerpo con destreza por el antepecho de la ventana para entrar al bar, y se sienta frente a Alicia.

-“¡Hola de nuevo!” dice Matías.

-“¡Hola!” Contesta ella mientras se acomoda el vestido que aun no siente que responde a las curvas de su cuerpo.

Luego permanecen callados unos instantes mientras se observan mutuamente. Ella con una actitud presumida en tanto que él, la observa modestamente, sin poder disimular sentirse atraído por ella. Alicia rompe el hielo con un: -“No parecías tan Tímido por Internet”.

-“No lo soy, pero en realidad no te imaginaba así, y estaba reorganizando mi frente de ataque”

-¿y cómo me imaginabas?”

-“Parecías mas retraída de lo que te ves ahora, es decir… parece que tu físico no corresponde con cómo te comportabas en la web”

Alicia se queda un poco pensativa, como evaluando si corresponde contarle su incidente en la primera cita hasta que por fin sugiere:-“Tal vez no estés tan equivocado, y yo no sea quien parezco ser”.

Matías la recorre con la mirada como si intentara descubrir algo en ella que no corresponda con lo poco que sabe de ella, lo que motiva que Alicia se sonroje. El nota esto, y busca algo que decir para cambiar de tema y lo primero que le viene a la mente es: -“¿Qué pensarías si te confieso que yo no soy Matías?”.

-“¿Qué decís?” (Dice ella asombrada)

Entonces él se da cuenta que está entrando en un área peligrosa a la que se había prometido no entrar al menos en la primera cita, pero cada palabra que dice lo interna más en ella.

-“En realidad, lo fui hasta hace un año…” –Hace una pausa simulando que busca terminar la frase, pero en realidad lo que intenta es evitarlo, no obstante concluye:- “Luego de un accidente me convertí en otra persona”.

Alicia se inquieta un poco y en su cabeza revolotea una bandada de preguntas que se hace a sí misma. -¿Matías estará hablando en sentido figurado o realmente se convirtió en otra persona? -¿Sabrá acerca de lo que me ha sucedido a mi? Y si así fuera… ¿Cómo lo supo? -¿Habrá leído alguno de los comentarios que hice por chat en forma anónima y descubrió mi identidad?

El nota que Alicia luce asustada por su comentario y trata de suavizarlo con una broma:-“Bueno, no te pongas así, que aun estoy vivo…”

-“Contame del accidente”, le dice ella intentando que no abandone el tema.

-“En realidad, no sé que me sucedió. Solo recuerdo haber despertado en una cama de hospital totalmente entubado y con la cara vendada y una enfermera acomodándome la almohada.”

-“¿Y no recordás nada de tu anterior vida?” -Dice Alicia inquietándose.

-“De hecho solo olvidé todo lo referente al accidente, que nadie supo decirme como fue, pero lo intrigante es que recuerdo todo lo anterior, solo que…” El se detiene abruptamente como si se percatara que no debería seguir hablando de ese tema.

-“¿Qué?” ¡Continúa por favor! (Alicia no logra disimular su interés en este tema en particular).

-“¿Sabes qué?... Tengo entendido que esta noche hay una competencia náutica en el lago de los bosques de Palermo… ¿Qué tal si caminamos un poco y vamos a verla?”… (Dice mirándola directo a los ojos para luego simular que busca a alguien girando la cabeza)…-“Además desde que estamos aquí nadie vino a atendernos”, concluye.

La expresión de ella pasa de ansiedad, por el relato interrumpido, a preocupación por la invitación de alguien que aun no conoce demasiado a caminar de noche por el parque a solas. –“ehm…no sé, tal vez se esté haciendo tarde” dice titubeando.

-“¡Tenés razón!” dice Matías, “me parece que voy muy rápido, tal vez deberíamos dejar la caminata para otro momento”

Ella siente alivio, pero por otro lado, quiere saber qué es lo que estaba diciendo él antes de interrumpir su relato, pues sospecha que le había sucedido lo mismo que a ella misma, por lo que dice:- “ En realidad me gustaría ir a tomar un helado”.

-“OK, acá cerca hay un buen lugar, sobre la avenida”, le responde complaciente y se levanta caballeroso a tomarla de la mano y ayudarla con su silla, para luego llevarla hacia la puerta del bar, desde donde mira al resto de la gente con un gesto triunfador hasta que por fin ambos abandonan el lugar.

Ya en la calle, mientras caminan ella intenta retomar la conversación anterior con la esperanza que él continúe con el relato interrumpido.

-“No terminaste de Contarme lo de tu accidente”

Matías desacelera el paso como buscando en su interior fuerzas para decírselo y por fin lo hace.

-“Te decía que me paso algo muy raro después de ese accidente, puesto que si bien no recordaba como ocurrió, mis recuerdos anteriores no correspondían con mi realidad”

-“No te entiendo” dice Alicia algo excitada.

-“Yo me encontraba en la cama del hospital, con 20 kilos más de lo que siempre pesé, y lo peor lo viví cuando me quitaron las vendas, y descubro que mi cara no se parecía en nada a lo que había sido siempre”.

En este momento, ambos se detienen y se miran fijamente. El estaba expectante de la reacción que tendría ella ante semejante declaración y ella aliviada al saber que no era la única persona que había vivido esa experiencia, aunque prefirió no confesarlo, solo para asegurarse que había entendido bien.

-” ¿No me decís nada...No te parece extraño?” pregunta desilusionado.

-“Es que me resulta familiar, quiero decir que una vez supe de un caso similar”

Matías la mira con desconfianza y luego decide poner las cosas en su verdadera magnitud.

-“¿Si?... ¿Y también estuvo casi un año tratando de recuperar la identidad que se le había robado, junto con su trabajo, su departamento y hasta su vida entera?”.

-“No te comprendo”- dice ella sin mirarlo directamente a la cara.

El comprende su esquiva mirada y tomándola por ambos brazos le dice exaltado:-“¡Vos sabés algo y me lo estás ocultando!”

En este momento Alicia se sienta en un banco ubicado en el borde de la vereda y suelta su respiración, como invitándolo a que se siente a escuchar su historia. El hace lo propio mientras la sirena de una ambulancia que pasa por la avenida hace de preámbulo al relato de Alicia.

-“Ese suceso similar al que hice alusión, me ocurrió a mi”. –Dice entre nerviosa y aliviada, para luego continuar:-“Un día, me levanto en la mañana y descubro que mi cuerpo no es mi cuerpo, y mi cara ya no es la misma de todos los días”

-“¿Así, sin más?... ¿Sin un previo accidente?” –dice Matías intrigado.

-“Exactamente…Simplemente sucedió”.

-“¿Y cuál fue tu reacción, y la de tu familia?”

-“Jamás tuve una familia, y mis amigos siempre fueron ocasionales, porque yo viajaba mucho ya que trabajaba de azafata en Aerolíneas. Hace poco más de un mes, cuando sucedió, tuve un ataque de depresión, y me encerré en mi habitación. Me llamaron del trabajo y no se me ocurrió nada mejor que renunciar porque me dio pánico.”

-“¿De qué vivís ahora?” –Le pregunta Matías.

-“Tengo algo ahorrado, y además conservo un segundo trabajo como traductora para una editorial, que por años he realizado desde una computadora en casa o donde sea que esté”.

-”O sea que nadie te ha visto desde que te ocurrió esto”.

-“Exacto, pero y vos… ¿Cómo pudiste continuar con tu vida sin que alguien lo notara?

-“Lo mío fue terrible. En el hospital, un psiquiatra trato de hacerme entender que padecía de una desviación esquizoide, provocada seguramente por el accidente, que por algún motivo nadie me supo decir cuál fue, y que mi mente había fabricado una vida anterior figurada para llenar los espacios vacios de mi memoria, como una salida emocional que atempere un poco la presión sufrida antes del shock”.

-“Suena razonable, viniendo de un especialista”. (Dice Alicia un poco para consolarlo y otro tanto porque quería creer que tal vez haya alguna razón semejante para ella misma).

-“Al principio llegó a convencerme, pero al salir del hospital decidí hacer mi propia investigación. Fue entonces que acudí a mi anterior trabajo, y consciente de que nadie me reconocería, pretendí ser un cliente del supermercado en el que recordaba haber sido encargado. Lo primero que me llamó la atención, fue comprobar que recordaba la exacta ubicación de todos los productos en sus respectivas dársenas, los nombres de los empleados, e incluso, me escabullí y entré en el área reservada para el personal a verificar si recordaba que había allí, y así fue.”

-“Seguramente un profesional le encontraría alguna explicación a eso”, dijo Alicia deseando no equivocarse.

-“Yo también pensé en eso, pero cuando estaba en el sector depósitos, sucedió algo que me produjo escalofríos. Justo cuando estaba retirándome del área restringida, aparezco yo y me pregunto enérgicamente: - Señor, ¿Usted tiene autorización para estar aquí?... El impacto fue tan fuerte que me quede paralizado y no supe que contestar, así que solo dije: -Perdón, me confundí al entrar- y me aleje rápidamente como si hubiese visto un fantasma”.

-“¿Tuviste la oportunidad de consultarlo con el psiquiatra del hospital?” – Dice ella un tanto decepcionada.

-“En realidad no quise hacerlo, porque estuve un tiempo confundido y siempre pensé que lo que pasa dentro de mi cabeza es algo intimo entre yo y yo y francamente nunca creí que alguien de afuera, por más profesional que parezca debiera inmiscuirse. Pero eso me sirvió para ponerme en forma, porque a partir de ese momento comencé una dieta para bajar los kilos que recibí sin solicitarlos y empecé a tratar de recuperar mi cuerpo como yo lo recordaba, al menos para poder luchar de igual a igual con ese intruso, y ahora que lo logré, es mi intención recuperar mi trabajo, aunque tenga que competir conmigo mismo.”

La conversación se prolonga por varias horas, hasta que Matías acompaña a Alicia a su casa. Ya en la puerta, ella evita toda posibilidad de acercamiento y se despide con un beso seco en la mejilla. Matías se aleja pensativo caminando con las manos en sus bolsillos en tanto que Alicia se queda apoyada de espaldas detrás de la puerta por un momento, con una expresión de satisfacción.

–“Ha sido una noche reveladora”-piensa Alicia. Ahora puede hacer lo que Matías hizo y tratar de retomar su antigua vida volviendo a su viejo trabajo y tal vez enfrentar a su antiguo yo o bien puede acudir a algún analista que dé respuesta a sus más íntimas preguntas.

Por fin se incorpora, se quita el calzado y camina hasta la cómoda, donde se sienta y empieza a sacarse el maquillaje, mirando fijamente al espejo que la admira. Lentamente se desprende los breteles hasta caer el vestido dejando su busto al descubierto. Sacude su abundante cabellera y sonríe al espejo victoriosa.


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