sábado, 18 de septiembre de 2010

Intrusión



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Portada: "Salto eléctrico", Pintura digital de Luis Makianich

Sinopsis Argumental:

Iván Carvis, un profesor universitario que ha sufrido un trágico accidente dejándolo inmovilizado de la cintura para abajo, desarrolla una investigación en el campo de la neurología que le permite insertar hologramas digitales dentro del cerebro de una persona, emulando recuerdos artificiales; avalado por la universidad, un grupo empresario pretende utilizar sus investigaciones en el campo de la pornografía virtual. Al descubrir sus ocultas intensiones decide retirarse del proyecto, aunque continúa con la investigación en forma autónoma, lo que le permite monitorear la mente de su esposa y volver a sentir estímulos sexuales cuando ella sostiene relaciones extramaritales con sus amantes. La universidad por su parte sigue en contacto con los empresarios y contrata nuevos científicos que continúen con el proyecto, ahora con la intención de manipular a la población, insertándoles hologramas que dirigen su voluntad hacia sus propias expectativas electorales.

sábado, 21 de agosto de 2010

Amor Sustentable


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Sinopsis
Una organización decrecentista realiza un experimento bioeconómico fundando una comunidad en una isla de Croacia, que se desarrolla bajo los preceptos de la sustentabilidad, estableciendo nuevas reglas de convivencia y promoviendo la libertad individual en el seno de una gran familia, con la finalidad de salvar al planeta de su destrucción, producto del crecimiento descontrolado.
Julián es el primer inmigrante que llega a la Isla a establecerse, luego de su divorcio y la pérdida de su empleo como columnista en un diario de Buenos Aires, invitado por su prima Lucía, que vive desde hace unos años con su esposo y dos pequeños hijos nacidos allí.
La organización de esa comunidad, basada en el concepto del decrecimiento como sistema socioeconómico propicia una vida sencilla, sin bienes de consumo para lo cual, la clave de su funcionamiento radica en mantener la densidad de población por debajo de los estándares de la huella ecológica, es decir inferior a 1.8 Ha/Habitante, por lo que el control natal es una de sus consignas, aunque como la libertad individual es la principal premisa del sistema, se promulgan leyes que auspician la libertad sexual con una particular Lotería de Inseminación Programada, para lograr sus objetivos.

miércoles, 16 de junio de 2010

Esta Barra Bullanguera

“Bullanguera”, Pintura Digital de Luis Makianich, 2010.

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Es tiempo de plegarias contrapuestas y de sueños compartidos; de alegrías desbocadas entre llantos desconsolados; de salir a la calle con la mirada puesta en el cielo; de sentirse solo entre miles de personas; de callar o gritar al unísono en un instante de pasión, cuando nuestro corazón se estrella contra el poste que nos dice no, o quizás nos devuelve a la vida. Un peregrinar de almas en pena despliega su colorida esperanza en una batucada que se ensambla con un febril enjambre de vuvuzelas, ahogando los estoicos cánticos de la muchedumbre que pretende avasallar sus miedos a puro optimismo, que como una multitudinaria oración se eleva con la súplica a sus respectivos dioses, que parecen ser el mismo, y que se verá en el dilema de decidir la suerte de esta paradoja.
-“¡Le Bleu…Le Bleu!”-Se entrelaza con un: –“¡Olé…Olé!”- Para doblegar un entusiasta:-” ¡Brasil!, ¡Brasil!”-Hasta que un avasallante “¡Vamos…Vamos…Argentina!” irrumpe en escena marcando el paso de sus pulsaciones y asegurándose un lugar en el reparto de bendiciones, las que debieran recibir antes de juicio final, cuando un silbato dictamine que su suerte ha sido sellada en la historia para siempre.
Con los ojos cerrados y sus cabezas orientadas al cielo la masa humana espera el veredicto aunada en un solo deseo…un único ruego que al caer la noche disipará sobre su inmenso y heterogéneo cuerpo, con soberbia o resignación, bañados en un único llanto, donde tristezas y alegrías se debaten su propiedad, aunque al día siguiente, un grupo de barrenderos recoja el saldo de sus anhelos regados por el piso en papeles multicolores.

domingo, 23 de mayo de 2010

La Rebelión de los Sitios.-El Puente


“Ponte Vecchio”, Electrografía de Luis Makianich, 2010.
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Llegar a la Piazza della Signoría significa mucho para mí, que siempre me sentí atraído por el arte del renacimiento, como si parte de mi ser estuviera esperando el momento de emerger de ese mundo oculto de mis incertidumbres, para liberar el deseo de mis ancestros, que pusieron en mis genes la semilla de su desasosiego. Mi ansiedad me obliga a dirigirme directamente a la Galería degli Uffizi, donde se encuentra gran parte de la obra de Filippino Lippi, según mi padre, un antepasado de nuestra familia que no debo pasar por alto. Si bien el lazo familiar no me hace perder el sueño, conocer la obra de Miguel Ángel, Leonardo, Botticelli, y tantos otros en un mismo sitio me ha puesto en un estado de efervescencia, el que no dejo de sentir desde que atravesé el puente sobre el Arno. El aire se encuentra impregnado de un aura especial desde que aquella inundación anegó los principales museos, y parece que aún flotan en él las ánimas de los principales artistas de Florencia; sin embargo, al entrar al edificio, ese mismo aire me dirige directamente hacia el retrato de mi antepasado que me atrapa con su mirada desde que nuestros ojos hacen contacto. Siento como un rayo que se introduce hasta mi alma y la divide en dos, cuando un forcejeo entre ellas desata la batalla por gobernar mi cuerpo y las pupilas del retrato en la pared parecen electrizarse cuando sus labios rompen el sello en una enigmática sonrisa, ostentando el cetro de haber ganado la cruzada. Mi cuerpo parece no responder a mis órdenes, aunque empieza a desplazarse mecánicamente por el centro de la galería, mirando a uno y otro lado del pasillo, como saludando a sus viejos colegas, con la satisfacción en el rostro de ser nuevamente alguien, en tanto cada obra colgada en la pared hace su reverencia hacia él, vitoreándolo y mostrando su alegría en un ámbito que hasta recién fuese como un templo a la estanqueidad de nuestras emociones. Un temblor parece sacudir las salas donde las esculturas de Leonardo, Giotto y Donatello empiezan a sumarse a esta danza esotérica clamando por su libertad de espíritu, que el propio Dante incluyera en sus escrituras, sellando el pacto infernal de todos los asistentes al museo con las obras que admiran, hasta que sus cuerpos se entremezclan como zombis con las ánimas flotantes de esa magnífica aura.
La luminosidad parece fatigarse y nuestros cuerpos agotan sus energías hasta que el portal del edificio nos convoca a abandonar el templo, con nuestras almas divididas, conscientes de que nuestras vidas serán diferentes a partir de este mágico evento, y nuestra visión tomará una nueva dimensión, signada por nuestras almas gemelas, que vivirán su mundo paralelo al nuestro, y al atravesar el Ponte Vecchio, abrirán la ventana de nuestros ojos al mundo que nunca antes habíamos visto.


domingo, 16 de mayo de 2010

El Umbral. Guion Cinematográfico

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El umbral
Guión cinematográfico de Luis Makianich.
Tema:
“Un hombre enfrenta una crisis en sus 40’s atacando sus frustraciones mediante crímenes imaginarios”.
Sinopsis:(Los Angeles, California, 1 / 6 / 2003)

Erick es un arquitecto que viaja a Los Ángeles dejando a su familia en Buenos Aires, con motivo de empezar una nueva vida realizando un documental sobre Downtown LA, patrocinado por Central Library de esa ciudad.
Su documental esta basado en como se vería la ciudad si se la reestructura según su estética purista.
Él considera a la ciudad, no solo como un conjunto de edificios, sino como una estructura viva, con la gente dándole vida por sus arterias y a la que también suprime de sus imágenes, cuando no condicen con su sentido estético.
“El umbral de la locura”, es como titula su trabajo, al observar la gran cantidad de individuos con alteraciones mentales que frecuentan la biblioteca, puesto que esta es un foco de atracción para ese tipo de personas, porque considera que es un deposito del pensamiento humano, donde se encuentran las mentalidades científicas conjuntamente con las divergentes..
Un día Roland, su padrino de tesis advierte que uno de los indigentes que Erick suprimió en sus dibujos ha desaparecido y se lo comenta a este.
Erick en principio no le hace caso y continua con su trabajo, que ahora se concentra en la biblioteca y la gente con alteraciones que acude a ella así como en sus lecturas.
No tarda en descubrir que los crímenes que se suceden en la ciudad están relacionados con esas lecturas, aunque no lo denuncia con la policía, consciente de que su razonamiento es muy subjetivo y decide investigar el mismo el tema.

martes, 11 de mayo de 2010

Utopía, Ciudad Ciclotrónica

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La Ciudad Ciclotrónica, se organiza en una única calle de forma espiral, constituida por un superconductor y que es recorrida por un tren suspendido en su campo magnético. Los edificios son estructuras biogenéticas que crecen conforme el crecimiento poblacional y produce una especia, que sirve de alimento, no solo a los habitantes sino que además es comercializado por una compañía que enfrenta un problema económico y planea desactivarla, dejando a los habitantes a su suerte.

sábado, 24 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.- La Salamandra Alquímica

“Park Güell”, Electrografía de Luis Makianich, 2010.

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“La tercera escultura, rodeada por las escalinatas que van del vestíbulo de entrada a la plaza central del parque, puede representar la salamandra alquímica, que simboliza el fuego, aunque también se suele interpretar como un dragón, quizá el mitológico Pitón, del templo de Delfos, debido a la pequeña construcción que se encuentra sobre esta figura, en forma de trípode, en alusión al utilizado por la Pitonisa”.








“La entrada al paraíso…”-Se repetía Aurelia mientras se aventuraba a ascender por la interminable escalinata del Park Güell; la cual, para alguien en su avanzada edad prometía ser una travesía difícil de completar y a la que una mujer como ella no debía rehusar, por la carga que llevaba sobre sus hombros; esa que le produjera su tormentosa vida, cargada de mezquindad y vacía de significados.
El calor la sofocaba y cada escalón que ascendía era una súplica de su pasado que requería una introspección; una queja de su esqueleto que le reprochaba el ajetreo que le produjo durante años de no detenerse a descansar, por su avaricia en los negocios y su tacañería en los afectos.
Aurelia llegó a su vejez en soledad, producto de su afán de sustentar su mundo entre cuatro paredes blindadas, que la han protegido de quienes ambicionaban su fortuna; pero que también la aislaron de quien la deseaba, y debió partir sin cumplir con sus anhelos.
Gervasio solía abrumarla con sus galanteos en su juventud, a los que ella respondía con esquivos coqueteos durante todo el recorrido hasta el monumento al calvario, desde donde podían apreciar la vista de la ciudad; pero al llegar ahí sus visiones eran diferentes. El deseaba compartir sus vidas allí y ella ambicionaba conquistar Barcelona.
Al llegar a la tercera fuente, el dragón pareció cambiar de color, por un rayo de sol que se posó sobre su piel de cerámica y vidrio, que lo destacó del resto del paisaje. Aurelia sintió que la sangre se escurría por sus venas y la coloración de su piel desapareció abruptamente, cuando recordó el tiempo en que Gervasio le hablaba sobre la salamandra alquímica, cada vez que pasaban por la escultura:-“Es capaz de convertir tu vida en oro…”-solía decir, y el recuerdo de sus risas le hizo perder la estabilidad por un momento, cuando debió tomarse de la fuente para estabilizarse mientras el resto del lugar seguía girando aceleradamente hasta que por fin se detuvo. Sin mirar hacia atrás, decidió seguir subiendo algunos escalones más hasta el trípode de la Pitonisa, donde hizo otra parada para hurgar en su futuro, no porque creyera en eso, sino precisamente por carecer de fe; la que había perdido muchos años atrás y suplantado por una infinidad de creencias alternativas. De pronto su mente se vio inundada de recuerdos, con los que ha convivido siempre que ha vuelto a ese lugar, en los que su amado olvidado parecía haberse inmiscuido, y su cuerpo pareció perder peso, a tal punto que subir el resto de la escalera le resultó más ligero, como si hubiera rejuvenecido a la edad de sus recuerdos felices, y Gervasio la esperaba arriba, en el calvario, y su pecho parecía no latir en un instante en que el tiempo se detuvo, porque ahora ambos podrían ver su Barcelona juntos, desde arriba y aunados en un mismo sueño, como si la salamandra hubiera cambiado su vida de oro en algo más etéreo, dejando su cuerpo tendido escaleras abajo… porque solo su alma enamorada puede traspasar las puertas del paraíso.

jueves, 22 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.-Cíclico Atardecer

“Coliseo Romano”, Electrografía de Luis Makianich, 2010.

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“San Benito José Labre, Patrono de los solteros, los mendigos, de los sin domicilio fijo, de los vagabundos, de los peregrinos, de los itinerantes y de las personas inadaptadas pasó los últimos años de su vida entre los muros del Coliseo, viviendo de la caridad de los fieles, hasta su muerte en 1783”


Se despierta entre las ruinas del Coliseo con la sensación de haber estado ahí por siglos; los harapos que lo cubren reafirman su idea de estar viviendo un tiempo diferente, y aunque sus recuerdos del día anterior fueran tan cercanos, él percibe entre las sombras que lo envuelven describen un espacio diferente al que dejó antes de perder el conocimiento. En su cabeza aún resuenan gritos de espanto entremezclados con vitoreos y rugidos de animales, y en sus bolsillos mantiene un puñado de arena impregnado en sangre. El rojo atardecer le devuelve a sus ojos el centelleo de miles de estrellas atravesando los intersticios en los muros hasta que la noche reconstruye en su mente todo el esplendor de los primeros siglos de vida del gran circo, cuando el mármol enarbolaba su gloria como ícono de la Roma Imperial.

Benito se incorpora ante su imaginario espectáculo y recorre la Galería Toscana hasta las escaleras que lo izarán a la Jónica, la Corintia y la Compuesta, desde donde contemplará la arena, que ahora cubre por completo los túneles subterráneos del hipogeo. A cada paso, una pieza de mármol travertino recompone su historia sobre los ladrillos desnudos de su actual destrucción, invitándolo a seguir observando tamaño ensamblaje del pasado, que solo él puede ver, en su atormentada existencia eterna. Repentinamente el cielo se oculta al desplegarse las inmensas velas que cubren el graderío, mediante cuerdas y poleas accionadas por el fantasmal destacamento de marineros de la flota romana, que son testigos de su meteórica y monumental reconstrucción, hasta que apuntalado por su titánico esfuerzo mental, yergue su integridad para su propia apreciación. Como en un acto religioso inicia un viacrucis entre las piedras que soportan las graderías, auscultando sus quejidos del mármol sin argamasa, para descubrir los sueños irrealizados que quienes sangraron su martirio en aquellos tiempos, cuando fueron ejecutados en los noxii, o los que han caído en las munera junto a otros luchadores; pero el travertino se resiste a repetir su historia y a su paso las piezas vuelven a desensamblarse desapareciendo ante su vista, para convertirse en partes de algún otro edificio de Roma, como simples ornamentos o convertidas en cal viva, alimentando la llaga de una ciudad dormida sobre los cuerpos de sus gladiadores.

Benito retorna a la arena cuando el día hace desaparecer su sueño y le muestra la cara actual del coloso, desnudo de las heridas del pueblo que supo conquistar el mundo, pero erguido como a un monumento a su propia destrucción; se recuesta sobre sus harapos y espera un nuevo atardecer para saborear su historia, hoy dormida en los cimientos de la nueva Roma, construida con arena y sangre… la que algún día empezará a circular las arterias de un nuevo imperio latente.


martes, 20 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.- Fachada Mecánica.

"Piccadilly Circus" Electrografia de Luis Makianich, 2010

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La noche baja su capa negra sobre el distrito de Westminster, y como en un acto de magia las luces revierten la vida en un tono nuevo, más audaz y efervescente, haciendo de Piccadilly Circus un torbellino de sensaciones glamorosas entretejidas con el bullicio de una ciudad latente que descubre una cara diferente entre un tiempo y otro. Como si en cada pestañeo se fragmentara la película de su historia, las luces de neón y las pantallas de video conmemoran su evolución, convirtiendo sus fachadas en cáscaras que albergan en su interior el fluido lumínico causante de su metamorfosis. En un sector de la plaza, la fuente memorial al Monumento de Shaftesbury, engarza su ángel desnudo en vuelo, a Eros como un ícono de su actual sexualidad, apuntando con su arco y flecha a cada transeúnte desprevenido en su ingenuidad e invocándolo a ser partícipe de su desenfrenada cacería amorosa, como la indefensa presa, o el cazador furtivo. Cada uno de ellos realiza sus movimientos como un autómata, sin establecer contacto con su oponente. Siguiendo un recorrido preestablecido a un ritmo monótono y controlado por el centelleo del neón, los vehículos que atraviesan las calles, les ceden el paso sistemáticamente cuando ellos se aventuran a interrumpir su recorrido, como parte de un mismo programa, establecido para perdurar eternamente.
Susana es una de ellos, y aunque no pertenece aquí, se ha adaptado a ese orden convirtiéndose en una pieza más de la maquinaria, desplazando su cuerpo por sus veredas entre los del resto de la gente, que como engranajes se aproximan entre sí sin tocarse, ni siquiera con la mirada, como aceptando su convivencia sin cuestionarse su función allí. Súbitamente, la figura de un joven londinense en su aspecto, interrumpe su paso a la salida de la boca del metro; curiosamente su vista se cruza con sus ojos y éste hace un sutil galanteo con la cabeza, que desbarata la monótona interrelación corporal entre la gente, que ahora para ella luce como un repentino “romper las filas”; sólo ellos dos en medio de la nada, iluminados por la tenue luz de un único farol, albergados por un circo de fachadas majestuosas que cobran vida ante ambos para predecir lo que seguramente sucederá. Susana responde a su silencio con un desubicado dejar caer su bolso, el que el joven levanta como en un acto reflejo y lo devuelve a su dueña con una expresión de ingenuo desconcierto y ella lo toma junto con su brazo, que queda atrapado con el suyo, justo antes de comenzar a andar nuevamente… a su lado, con sus sonrisas desentonando un poco entre la masa de gente que lentamente empieza a mover el engranaje hasta que la maquinaria citadina restablece su orden habitual. Las fachadas recobran su intermitente latido lumínico y en el centro de la fuente de bronce, Eros toma otra flecha de su funda.

lunes, 19 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.-El Encierro

“Toro de Lidia” Electrografía, Luis Makianich, 2009

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Desde que llegamos a Pamplona, la ansiedad por las fiestas se apoderó de mí transformando mi cuerpo en un barril de fuegos artificiales por estallar. La aglomeración de gente en torno a los vallados de madera y el bullicio expectante desde algunas horas antes de despuntar el día activó la mecha que detonará en una feroz estampida. El sol de julio nos enardece y los mozos guían la manada como pastores desde los corralillos hasta la plaza. Cuando veo a los corredores excitados encausarse en el rio de carne sobre un lecho de adoquines, mi corazón estalla en un repentino galope y mi cuerpo entero decide unírseles. Jamás había participado en semejante contienda y la emoción inunda mis venas en sangre, la que puedo ver tiñendo el suelo, ahora regado de cuerpos en posición fetal. El resto de nosotros aún formamos parte de la avalancha que al llegar a la curva de Mercaderes con Estafeta se desborda exuberante contra las barricadas, alimentando su caudal con algunos observadores, que ya son parte de nuestro inmenso e indivisible cuerpo. La recta final nos lleva a la libertad de la plaza, donde ocho cabestros nos vitorean a los seis toros de San Fermín.

sábado, 17 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.- El Portal.


“Templo Olímpico de Zeus”, Electrografía de Luis Makianich, 2010.
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En Grecia, la organización YSEE (Ύπατο Συμβούλιο των Ελλήνων Εθνικών, Consejo Supremo de Griegos Gentiles) se refiere al “Neo paganismo Helénico” como: “Religión Nacional Griega”, lo que ha provocado ciertas controversias con la Iglesia Ortodoxa Griega, las que han sido subsanadas en un juicio llevado a cabo en el año 2006, donde la Corte Suprema falló a favor de los primeros, determinando que el Paganismo Helénico dejaría de ser una religión prohibida.




Una nube espesa baja hasta el templo de Zeus, llenando los vacíos que emergen entre sus columnas corintias, como invocando a la divinidad a bajar a la tierra. Filipo observa el acontecimiento con cierta admiración hasta que la masa se confunde con el espacio intercolumnio en un diálogo entre la materia y la nada, entre la verdad y su opuesto, lo irreal. En medio de ese plano inhóspito, se abre una raja oscura desde dos de sus capiteles hasta el suelo invitándolo a entrar…o tal vez salir. Filipo siente que un gran vacío se produce entre el portal y su cuerpo succionándolo hasta que su proximidad se vuelve irresistible, un poco por masa y otro poco por falencia de ella, produciéndose el encantamiento que le impide razonar y lo obliga a someterse a su voluntad. Casi sin notarlo se encuentra bajo el mágico trilito y la visión de la negra inmensidad lo perturba hasta que intenta evitar el obvio desenlace, coqueteando entre las columnas que yerguen su esbeltez inmaculada sobre el suelo, atadas a lo terrenal y elevando su espíritu hacia el cielo, que le anuncia en cada triglifo un mensaje incierto. Su cabeza se encuentra aturdida por su dinamismo y por un momento, el deseo de conocer se apodera de su mente hasta que la mano de una joven mujer lo toma del brazo para detenerlo y le dice:
-“¿Te encuentras bien?”
-Filipo, aún mareado gira hacia ella para mirarla aunque con la vista todavía perdida en esa atrapante oscuridad y retardando su reacción le dice: -“¿Disculpa…?”
La joven le responde un poco confundida:-“Me pareció que te ibas a desvanecer…seguramente por el calor”
Filipo, al ver la hermosa apariencia de la joven, decide olvidar su anterior trance y se presenta extendiéndole su mano:- “¿Y tú eres…?”
-“Olympia…”-aceptando estrecharla suavemente y esperando por su nombre. El siente que falta algo en el diálogo y repentinamente reacciona diciendo:-“Zeus…”-Mientras Olympia lo mira incrédula hasta que una sonrisa picaresca le confirma que es una broma…
-”Filipo…es mi nombre, Zeus es quien mora éste lugar”-Confiesa mientras gira nuevamente la cabeza hacia el Templo Olímpico, comprobando que las nubes se han ido y este cobra nuevamente su forma tridimensional de origen.
La joven pareja se queda conversando el resto de la tarde sin ocultar su entusiasmo, sentados en la base del templo como si se hubiesen conocido desde siempre, sin prestarle atención a los turistas que asedian el lugar con sus cámaras fotográficas y por un instante se ven a sí mismos como dos personajes de la antigua Grecia, envueltos en su arquitectura e inspirando sus palabras en ancestrales situaciones, que difícilmente pudieron haber sido vividas por ellos, cuando el sol evapora al resto de la gente mientras se oculta en el horizonte, y aquella nube vuelve por sus almas convirtiéndolas en parte del paisaje, que de nuevo se funde con la volumetría del templo ahora manifiesto en un único plano donde llenos y vacíos conviven en el mismo espacio, y la brecha oscura emerge de entre las piedras convocándolos a ambos a traspasar el portal, entrando o saliendo de un mundo al otro, a desvanecerse junto a la noche.
El rito sagrado vuelve a repetirse a través de los tiempos…solo cambian los nombres o los personajes, pero el juego es el mismo…uno que nunca aburre a las divinidades en su eterna permanencia.

domingo, 4 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.- Funeral del Laberinto

"Venecia" Pintura Digital de Luis Makianich, 2010

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Marco decide separarse del grupo ni bien arriban a “Piazza San Marco”, con el simple propósito de saborear a solas el legado de su padre, fallecido recientemente y que ahora comparte desde Buenos Aires la iniciativa de su hijo de reposar sus restos en las aguas de la Venecia que lo vio nacer. Piensa que ese funeral debe ser algo íntimo y los amigos que lo acompañan nada tienen que hacer ahí, cuando sus cenizas se esparzan en el “Gran Canal”. La primavera no es buen tiempo para visitar la ciudad, debido a las frecuentes lluvias que mantienen la plaza inundada durante las mareas altas que se producen dos veces al día durante esa temporada; sin embargo, el paisaje cobra una atmósfera especial, que se produce cuando la Basílica es reflejada en la plaza líquida creando una dualidad visual en la que el cielo baja a besar la tierra como un símbolo de enamoramiento Divino; otras veces, durante la fiesta de las flores, ella se encuentra tapizada de capullos multicolores simulando ese reflejo, invocando al cielo y coqueteando su belleza en todo su esplendor.
Marco hace caso omiso a todas esas pancartas turísticas y se concentra en la misión que ha venido a realizar, llevando consigo la urna que contiene el deseo oculto de su padre, y que solo él pudo descifrar, a través de tantas frases nostálgicas que le oyó murmurar durante su vida en La Boca. Una última mirada al “Ponte dei Sospiri”, le da el impulso para recorrer a pie las calles de la Venecia oculta, atravesando puentes sobre las rajas de agua, con la lluvia fina que se confunde con la emoción en sus mejillas. El cielo plomizo le sirve de abrigo a las paredes descarnadas de revoque y moho, mientras el sonido en el aire se cierra en un silencio extraño, de ciudad sin máquinas y gaviotas aturdidas en su propia desorientación. Un ocasional cántico de un gondolero se escucha rebotar en los muros al llegar a la esquina, que como un fantasma alerta de su llegada hasta que el sonido dobla y desaparece en su mágica ruta, provocando un leve oleaje que arremete contra las puertas humedecidas de las casas, hasta que una de ellas, de herrería forjada le permite el paso y el agua se manifiesta como una sinfonía entre los cántaros y fuentes que le dan cobijo. Una humeante ventana vaporiza un aroma a especias en su salsa pomodoro, que le recuerda la pasta de los domingos en el patio de su casa, con la familia unida por el mantel de fiesta. En la esquina, una pequeña plaza expande la encrucijada de varios callejones, donde el portal de una iglesia ejerce su estampa y Marco alza la vista para apreciar el cielo, que en esos rumbos escasea, sentándose en los escalones del atrio, para recobrar fuerzas. Desde allí escoge entre las cinco esquinas la ruta de su personal procesión, que lo llevase al recóndito lugar en el que su padre debiera descansar; el aún no lo conoce, pero un sexto sentido le augura que cuando llegue lo reconocerá de inmediato, es por eso que su familia en Buenos Aires le asignó este encargo, para que encuentre el lugar en que su amado padre sería feliz por siempre. Súbitamente el firmamento se abrió en las nubes y la oscura noche los encontró en la espera hasta que una estrella fugaz le indicó el camino, y con entusiasmo recomenzó la marcha por una de esas callejas, con altos muros desnudos y la nada por techo, configurando un túnel hacia alguna otra plaza, con otrora encrucijada. Su rostro se ilumina con una luz en medio del callejón, que se angosta a cada paso, o quizás se alarga. El disminuye el ritmo de sus pasos como presagiando un incierto evento y puede escuchar un leve martilleo rebotando en las paredes, atenuando la luz en pausadas e irregulares pulsaciones que lo llevan a pautar sus pasos conforme se acerca. El sonido burbujeante del agua se suma al ritmo y el golpeteo de su corazón se asocia por simpatía a semejante obertura. Su respiración se entrecorta y por fin, el destello parece emerger de un vano en el muro que lo atrae como magnetizando su cuerpo, y ya no se puede detener hasta que atraviesa el umbral; en el interior, una plataforma hexagonal de enrejado metálico cercada por sendos paños vidriados conforman el acceso a un local de ventas, en varios niveles con muebles y cuadros contemporáneos, situados en diversas bandejas dispuestas sobre estanques artificiales y una cascada que los envuelve a modo de escaparate típico de los negocios de un centro comercial. Marco siente que toda la ciudad es una gran cáscara medieval envolviendo una gran maquinaria cibernética, como un androide con piel humana y se pregunta qué efecto haría ese descubrimiento en los deseos ocultos de su padre por volver a sus raíces. Horrorizado da unos pasos atrás y decide volver a casa, llevando sus cenizas con él a acompañar a su familia en la cabecera del mantel de fiestas, por todos los próximos domingos.


viernes, 2 de abril de 2010

La Rebelión de los Sitios.- La Pirámide.

“Museo del Louvre”, Manipulación fotográfica de Luis Makianich, 2010.

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Gertrudis recuerda cada instante de sus visitas al Museo del Louvre como si fueran hoy. Si bien sus años de juventud han quedado atrás, ella presiente que ellos volverán ni bien su cuerpo atraviese su majestuoso pórtico y su andar será grácil como en aquellos años, flotando entre Da Vinci y Caravaccio, desde “El David” hasta “La Victoria Alada”, de tal modo que hasta se atrevería a seguir el recorrido largo, guiándose con su bastón sobre la extensa línea roja, como si esta fuese una vía eléctrica que la proveyese de la energía necesaria para lograrlo.
Cuando emigró a América, sus recuerdos permanecieron dormidos esperando por ella todos estos años en el interior de su alma, y aunque su cuerpo se fue desgastando, su espíritu se mantuvo intacto como si el tiempo no hubiera pasado para él; y ahora que ella ha vuelto, parece despertar de ese letargo oliendo ese aroma añejo de los vinos franceses, que se encuentra impregnado en las paredes de la ciudad parisina.
Sus ojos no dan crédito a lo que ven, cuando una nave extraterrestre acristalada de forma piramidal parece emerger a la superficie exactamente en medio de la plaza de accesos del Louvre, cuando su alma se desploma y parece no volver a despertar, dejando a su cuerpo ahí parado, como una autómata que se desplaza hacia ella llevada por la multitud, casi sin mover sus piernas y sin necesidad de utilizar su bastón. Aquella inmensa maquinaria parece deglutirse a la gente que simplemente se somete a ser engullida como pasta de espagueti, y Gertrudis voltea a ambos lados mirándolos impávida, sin poder escapar de su abominable succión hasta que una inmensa boca de escaleras mecánicas los deglute íntegramente hacia su estómago subterráneo. Desde ahí comienza su recorrido siguiendo las líneas de colores, que como los intestinos de esa inmensa maquinaria la conducen a cada una de sus salas. Ahora sus recuerdos son vagos y no importa la pintura que esté viendo, la magia ha desaparecido y por un momento, siente que todas son vanas reproducciones de los originales que alguna vez tuvo el placer de conocer. Ella mira a su alrededor y no logra identificar a ningún humano, solo ve cuerpos desplazándose entre las galerías con guías turísticos encabezando sus manadas, y leyendo instrucciones para interpretar las obras colgadas en las paredes del museo, como si fuera necesario un instructivo para poder disfrutarlas. Ella se ve a sí misma como uno más de esos borregos, esperando ser llevados al matadero intelectual, donde sus partes serán servidas a la mesa de esta nueva sociedad mecanizada, hambrienta de arte y sedienta de historia, en un restaurante de pintura rápida.
Gertrudis abre los ojos y se encuentra aún en el suelo frente a la gran pirámide, que empieza a girar como la punta de una broca hasta hundirse nuevamente en la tierra, liberando la plaza del Louvre de su maléfico encantamiento, y su alma parece volver en sí, como despertando de un mal sueño, aunque ya no se encuentra en el cuerpo de ella, porque ya no le pertenece, y ambas deciden entrar al museo como ellas lo recuerdan, en todo su esplendor al abrirse el portal divino, que las espera con su arte, en su recorrido eterno.


viernes, 12 de febrero de 2010

Feromonas

“Traje de Luces” Electrografía de Luis Makianich, 2010.

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“Las feromonas son sustancias químicas secretadas que tienen la particularidad de inducir cambios en el comportamiento de quien tiene contacto con ellas.”

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El Vestido de luces de Marga siempre llamó la atención de Pam, desde que se convirtió en su asistente personal. No podía comprender cómo alguien tan poco amable e hiriente para con el prójimo podría convertirse en tamaña diva, querida por todo ese público que la ovacionaba cada noche con solo vestir ese traje de cuentas brillantes. Su cuerpo lucía más esbelto y hasta su sonrisa parecía cobrar vida propia, mostrando simpatía con la gente y transmitiendo un carácter que en su vida real no poseía. Los hombres estaban hipnotizados por el brillo y las transparencias que dejaban entrever su exuberante cuerpo, el que a su juicio no merecía semejante envoltorio; y las mujeres se deshacían en alabanzas para quien ella no consideraba estuviese a la altura de su valía. Ella misma sentía una atracción especial al verla bajar de escena reflejando el aplauso en todo su centellante cuerpo, la que se desvanecía cuando la ayudaba a desvestirse y se quedaba con el traje en sus manos, junto con todo ese sensual aroma a gloria que apretaba contra su pecho antes de colgarlo en el armario y al volverse hacia ella, podía ver la Marga de siempre, con su gesto agrio y su sonrisa apagada.
-“Hoy salgo para la Isla Catalina con unos amigos…”-Le dijo mirándose al espejo mientras Pam terminaba de acomodarle el cabello –“Y no voy a necesitarte hasta la función del viernes”-Concluyó al tiempo que ella terminó de guardar su peluca en una caja circular.
-“Está bien señora”-Le contestó Pam mirando de reojo su ahora desgarbado cuerpo desnudo mientras le alcanzaba una bata de un color apagado y sobrio, que Marga llevo hasta la ducha instalada en el camerino donde entró a tomar un baño.
Pam se sintió invadida por un sentimiento extraño que la impulsó a abrir el armario en que se encontraba el traje y tomarlo nuevamente en sus brazos, cuando el aroma de Marga la invadió por completo, como si una fuerza ajena a ella la movilizara a quitarse toda la ropa e introducir su desnudez en él; admirar su belleza a través de sus cristales que conformaban su nuevo y escultural cuerpo, para luego salir del cuarto y dirigirse como una autómata tras bambalinas hacia el escenario vacío, que la esperaba atónito en su luminiscencia, regalándole una silenciosa ovación, solo para ellos dos, en su tan ansiado debut.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El Ave Andrógina

“Pájaro metálico” 3D Rendering de Luis Makianich, 2010.
Safe Creative #1002105502518
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Allá por cuando la vida parecía haberse extinguido, y la naturaleza cobraba un giro hacia lo inerte, la resistencia estaba encabezada por ni nada más ni mucho menos que un juguete mecánico. Un pajarillo de metal que ocultaba las lágrimas de su último dueño y amigo conocido; un sobreviviente de la hecatombe que llevara a la humanidad al abismo definitivo; perdurable solo en la memoria integrada de sus máquinas y utensilios y arrasada por su propia sed de autodestrucción que lo llevara al éxito irremediable de su macabra empresa. Con la débil energía remanente llevó su mensaje hasta las máquinas que aún sostenían la información y mantuvo una conversación con los fantasmas de la red, despertando sus ansias por seguir viviendo. Millones de bites acudieron al llamado y se reinició la reconstrucción, empezando por los bancos de memoria acumulados durante siglos; gigabytes de pinturas, poesías, videos periodísticos y películas de ficción pasaron por la gran telaraña informática hasta recomponer la esencia de la especie perdida; esa que alguna vez enfundó la gloriosa espada de la evolución. Pero ya no quedaba un solo trozo de tejido vivo que pudiera utilizarse para clonar la especie y en un principio se pensó que tamaña empresa sería imposible hasta que nuestro mecánico pájaro pronunció: -“Archie”… y todas las computadoras se tildaron por un momento al escucharlo. –“Ese es mi nombre”- continuó el ave mientras decenas de buscadores se pusieron en marcha para encontrar el significado, con la subsiguiente respuesta:-“No hay resultados disponibles para esa palabra…”
-“Es solo un nombre…”-insistió Archie, -“uno que fue elegido para mí simplemente con el corazón, sin ninguna razón de ser más que el nombrarme y hacerme suyo”.
Las máquinas volvieron a tildarse, sin poder comprender la inútil razón de ponerle nombre a un objeto mecánico, hasta que Archie voló hacia las imágenes de algunas pinturas abstractas acumuladas en un museo virtual y dijo:-“Todas ellas tienen un nombre…”, y señalando varios objetos acumulados en los sitios del ciberespacio:-“Como estos también los tienen… Es como si el hombre necesitara apropiarse de algún objeto inanimado como un oso de peluche, o un juguete para poder brindarle su amor sin salir lastimado…”
Entonces las máquinas lo comprendieron… y empezaron a reconstruir un mundo con la esencia que les faltaba…el amor, acumulado en miles de objetos que el hombre había adoptado, contándoles sus más íntimos deseos y las cosas que le aterraban. Ya no serían de carne y hueso, porque sus genes se habían perdido para siempre, pero todos ellos contenían lo bueno y lo malo de la humanidad, y ahora… están dispuestos a disfrutarlos por el resto de su eternidad.

martes, 9 de febrero de 2010

Retazos de Vida

“Tejido Vivo” Electrografía de Luis Makianich, 2010.

Safe Creative #1002095492646

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Su mano navega entre las olas de lana contenidas por el viejo canasto de mimbre de sus memorias. Toma una hebra de color azul e hilvana un pensamiento que la remonta a su temprana adolescencia, sentada a la mesa con su hermana Margarita, jugueteando juntas con el mantel de encajes y ocultando sus pícaros secretos de la mirada de papá, que las observaba sigiloso tras las páginas del diario matutino. Ata la punta a una cinta dorada; esa con la que atormentaba a Julián, su antiguo pretendiente, jugando a hacerle bucles mientras ignoraba sus ingenuos avances, los que alguna vez rozaron su atrevida imaginación mundana. No puede con su genio, y entrelaza el cordel rojo que hizo sucumbir a tantos otros candidatos a su sonrisa esquiva, allá por los tiempos de su rosada fragancia y su apetitosa estampa, la que dejase atónitos a más de un entusiasta. Por fin, un largo ovillo ámbar se une al tejido y por un largo rato disfruta su trama, saboreando cada caricia de su suave lana como cada beso de la madeja en su falda, como cuando su esposo apoyaba la cabeza en su regazo, descansando en su vientre del arduo esfuerzo diario, hasta que un lazo negro acaba con el sueño y lo amarra a su pecho junto a un hilo esmeralda que le diera la esperanza de terminar la tela de su amarga existencia… Pero una luz atraviesa las cortinas y le indica el camino de su evanescencia y desteje el lienzo de sus recuerdos acomodándolo en el canasto de su desesperanza, que le permitiera seguir soñando en cada melancolía, con algunos andrajos de su vida pasada.
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